Nick (que no reveló su apellido), miembro del equipo de Humanidad e Inclusión, dijo a la Agencia Anadolu el domingo: "Estamos aquí para marcar las armas sin explotar, incluido el misil en el edificio detrás de nosotros".
Explicó: “Primero debemos determinar su tipo, segundo debemos confirmar si es seguro y tercero debemos examinar la posibilidad de trasladarlo a otro lugar para garantizar la seguridad de todos”.
Envió un mensaje a los residentes de la zona, diciendo: “No deben tocar estas armas, jugar con ellas ni pararse encima de ellas, ya que un misil sin explotar es capaz de destruir un edificio entero”.
Y añadió: “Sólo tenemos que informar de la presencia de estas armas cuando las encontremos, y no acercarnos a ellas en absoluto. No son juguetes, sino cosas peligrosas que amenazan la vida de los ciudadanos”.
Un vídeo difundido por activistas en las redes sociales mostraba un gran misil sin explotar en el interior de un edificio en Deir al-Balah, cuyas calles están llenas de escombros resultantes del bombardeo israelí.
Humanidad e Inclusión es una organización no gubernamental internacional que busca ayudar a personas con discapacidad y personas vulnerables en situaciones de pobreza, exclusión, conflictos y desastres.
La sede de la organización está ubicada en Francia y Bélgica, y tiene sucursales en otros 6 países: Reino Unido, Suiza, Luxemburgo, Alemania, Canadá y Estados Unidos.
El sábado, el ex director de la Agencia de las Naciones Unidas de Acción contra las Minas en Irak, Per Lodhamar, sugirió durante una conferencia de prensa que “alrededor del 10 por ciento de las armas israelíes en Gaza no explotaron y deben ser retiradas por equipos de remoción de minas”.
Destacó que “limpiar y reconstruir la Franja de Gaza será un trabajo lento y peligroso debido a los proyectiles, misiles y otras armas (sin detonar) enterradas en edificios derrumbados o dañados”.
Durante 17 años, Israel ha sitiado la Franja de Gaza, y su guerra obligó a unos dos millones de sus residentes, es decir unos 2,3 millones de palestinos, a ser desplazados en condiciones catastróficas.
La guerra israelí en Gaza dejó más de 112.000 mártires y heridos, la mayoría de ellos niños y adultos, y una destrucción masiva y una hambruna que se cobró la vida de niños y muchas personas, según datos palestinos y de la ONU.
Israel continúa su agresión a pesar de la emisión de una resolución inmediata de alto el fuego por parte del Consejo de Seguridad de la ONU, así como a pesar de su primera comparecencia ante la Corte Internacional de Justicia acusado de cometer “genocidio”.
